La Navidad es una de las épocas más esperadas del año, llena de emociones, sentimientos, encuentros y la promesa de momentos inigualables con los seres queridos. Es como una forma de abrir la puerta y recibir al espíritu navideño que nos invade con luces, adornos, alegría y ese arbolito que es casi un símbolo de felicidad.
Este comportamiento tiene raíces en nuestros recuerdos de la infancia. La decoración es algo que engancha a las viejas emociones que tenemos de nuestra niñez, por lo que al poner esos adornos con anticipación, nuestras emociones son contagiosas, ya que atraemos a la mente esos recuerdos felices.
Poner los adornos navideños con anticipación es bueno porque se disfruta del espíritu navideño y se empieza a sentir esa energía, esa alegría y esa ilusión y ansias de que las fiestas comiencen cuanto antes. Además, poner los adornos con antelación puede ayudar a crear un ambiente festivo y ayuda a prepararse mentalmente para la temporada navideña.
Para muchas personas, poner los adornos navideños con anticipación puede tener efectos muy positivos en su bienestar emocional.
Pienso que las personas que decoran su casa antes son vistas por los demás como amigables y los convence a hablarles u incluso saludarles.
También en muchos casos, los vecinos pueden llegar a ver a quienes decoran con adelante cómo amigos, ya que su entusiasmo por la Navidad refleja apertura y calidez.
En otras palabras, decorar con antelación no es solo una elección estética, sino una forma de reconectar con esos momentos de inocencia y felicidad que marcaron nuestras primeras Navidades.